Amar la hora que nunca brilla
Vale la pena hablar de los fracasos, de los corazones rotos, contradicciones e hipocresías, de nuestros momentos de más incoherencia e insensatez, de esos proyectos que parecían prometedores y terminaron fracasando, de las desilusiones y esperanzas que se esfumaron. Hay que hablar de los colores oscuros del cuadro porque al final son parte de él y no por ello es un mal cuadro.
Requiere
de mucha valentía reconocer los momentos que en ocasiones preferiríamos olvidar
y enterrar en la memoria. Pero vale la pena atreverse, porque nos devuelve la
autenticidad, porque esos fracasos completan con mayor realismo el panorama
completo. Incluso hay que amar esos momentos de poca fe porque nos recuerdan
que aún tenemos mucho por avanzar, que aún hay espacio para crecer y que hay
fracturas por repararse, significa que nuestra vida tiene todavía un sentido
para que sigamos moviéndonos, evolucionando, avanzando y mejorando.
Si
tuviéramos la vida perfecta y sin errores, entonces ¿qué sentido tendría
avanzar, mejorar y transformarnos? Hoy agradezco por las cicatrices, por las
fracturas y quiebres de mi vida, pues de ahí parto, es ahí donde empieza mi
camino y motivo.
“Debes
amar el tiempo de los intentos, debes amar la hora que nunca brilla, y si no,
no pretendas tocar lo cierto.” José Martí
Les
hablo Yohan Cala
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