Está en nuestros corazones el verdadero espíritu navideño
He estado leyendo muchísimas cartas que dirigen a Papá Noel y los reyes magos, cartas de los niños, y también de los mayores. En la mayoría de ellas se enumeran los regalos que cada uno quiere recibir en esas fechas. En cambio muy pocas o casi ninguna recuerda el verdadero espíritu de la Navidad:
El
Nacimiento del Niño Dios para redimir al mundo, y la obra de San Nicolás de
ayudar a los niños pobres, fueron el origen de los obsequios que se reciben en
la Nochebuena. Similarmente, los sabios de oriente llevaron regalos a un pobre
niño que nació en un pesebre.
¿Cuál
es el verdadero significado de esos regalos? ¿Hemos ayudado al prójimo? ¿Hemos
donado algo nuestro, realizado un pequeño sacrificio para dar una alegría a los
que menos tienen? ¿Nos hemos puesto a reflexionar que en medio de tantos
problemas de la vida actual, siempre hay muchos que tienen muy poco, mucho
menos que nosotros? ¿Hemos recordado a los niños que yacen enfermos en
hospitales y que quizás nunca tuvieron un juguete o una golosina navideña?
Aún
estás a tiempo de ayudar a los demás, pues en cualquier fecha podemos revivir
el espíritu de la navidad el sentido de solidaridad hacia los demás.
Abre
tu corazón a quien necesita tu ayuda; y no esperes a que te la pida para
ofrecerla.
Haz
un sacrificio para compartir con otros tus cosas, y notarás que -aunque no te
traigan el regalo anhelado en Navidad- te sentirás satisfecho, con el corazón
repleto de gozo, por haber realizado una obra de bien.
Jesús
repartió los panes.
Reparte tú lo que puedas compartir.
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