Reflexión de Navidad
Con
sus cinco añitos, esperaba ansiosamente el caer de la noche, para volver a
dormir y espiar la media que estaba en el frente de la puerta, pues no tenía
árbol de Navidad. Se durmió muy tarde, para ver si conseguía atrapar a aquel
"viejito", pero como el sueño era mayor que su voluntad, se durmió
profundamente.
En
la mañana de Navidad, observó que su media no estaba allí, y que no había
presente alguno en toda su casa. Su padre desempleado, con los ojos llenos de
lágrimas, observaba atentamente a su hijo, y esperaba tomar coraje para
hablarle, que su sueño no existía, y con mucho dolor en el corazón lo llama:
-
¿Papá?
-
¿Que ocurre hijo?
-
Papá Noel se olvidó de mí...
Hablando
de eso, Alfredo abraza a su padre y los dos se ponen a llorar, cuando Alfredo
habla: ¿El también se olvidó de ti papá?
-
No, hijo mío. El mejor presente que yo podría haber ganado en la vida está en
mis brazos, y quédate tranquilo, pues yo sé que Papá Noel no se olvidó de ti.
Pero todos lo otros niños vecinos están jugando con sus presentes... Él se
olvidó de nuestra casa.
No
se olvidó... ¡El presente te está abrazando ahora y va a llevarte a uno de los
mejores paseos de tu vida! Y así fueron a un parque y Alfredo jugó con su padre
durante el resto del día, volviendo recién en el comienzo de la noche. Llegando
a casa muy somnoliento, Alfredo fue para su cuarto y escribió para Papá Noel:
"Querido
Papá Noel, yo sé que es demasiado tarde para pedir alguna cosa, pero quiero
agradecer el presente que me diste. Deseo que todas las Navidades que yo pase,
hagas que mi padre olvide sus problemas y que él pueda distraerse conmigo,
pasando una tarde maravillosa como la de hoy.
Gracias
por mi vida, pues descubrí que no es con juguetes que somos felices, y sí con
el verdadero sentimiento que está dentro de nosotros, que el Señor despierta en
las Navidades.
De
quien te agradece por todo:
Alfredo.
Y se
fue a dormir.
Entrando
al cuarto para dar las buenas noches a su hijo, el padre de Alfredo vio la
cartita y a partir de ese día, no dejó que sus problemas afectasen la felicidad
de ellos y comenzó a hacer que todos los días fuesen Navidad para ambos. Si un
niño de cinco años consiguió percibir que los mejores presentes que se pueden
recibir no son materiales... ¿Por qué nosotros no hacemos lo mismo?
Que
todos hagamos que cada día sea una Navidad, valorando la amistad, cariño y
todos los buenos sentimientos que existen dentro de nosotros. Al final, las
únicas cosas que podremos llevarnos de esta vida, son los sentimientos que hagamos
brotar en los corazones de quienes amamos y los recuerdos hermosos de nuestro
camino por esta vida quedarán guardados en nuestras almas y corazones...
¿Verdad que sí?
Les hablo Yohan Cala
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