Pensar en comunidad
A lo largo de la vida tenemos muchas decepciones, y es verdad cuando dicen que siempre llegan de quien menos lo esperas. Tener una de esas decepciones inesperadas, me ha llevado mucho a la reflexión. Más allá de hablar del tema o de ahondar en la reflexión sobre los desencantos de amistades, he pensado en un tema relacionado con comunidad.
No
se puede hacer entender a quien no quiere entender, porque la gente cuando se
deja llevar por el sentimiento, tiende a ser poco razonable. Todos hemos sido
injustos y han sido injustos con nosotros en alguna ocasión, pero es necesario
profundizar para descubrir en qué situación estamos y si está en nuestras
manos, cambiarlo.
Cuando
se está comprometido por el bien común, por el amor, por la amistad, por la
solidaridad y bondad; se tiene que actuar con sabiduría y tener caridad con el
otro y con uno mismo, reconocer cuando se encuentra en el error, y ayudar al
otro a ver el suyo.
Ser amigos que forman parte de una misma comunidad no se trata de aceptarlo todo; pero sí de ir juntos, de escuchar, de entender y ser capaces de ponernos en los zapatos del otro, de no abogar sólo por el interés personal sino de hacer los intereses ajenos como propios porque al final, buscamos un bien colectivo.
Cuanta
falta le hace al mundo pensar en comunidad, creando tejidos que sostengan a
todos y no se limiten a la individualidad. Cuánta falta hace amar de verdad,
sin restricciones, con un amor que no se limita a los más cercanos, con un amor
que se abre y es capaz de donarse en la fortuna y desfortuna.
Es
la cultura del descarte, la que nos hace fríos e indiferentes y esa cultura del
no siempre es instantánea, no sólo es esa que desecha sin más en el primer
momento; también es aquella que exprime todo lo que puede por un tiempo
considerable en apariencias de amabilidad, pero termina dejando todo atrás por
un sólo acontecimiento que termina teniendo mayor peso que la propia amistad,
agradecimiento y comunidad.
Les hablo Yohan Cala
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